Desde el mundo poesía,
donde he dejado miles de signos, me quedo sin letras, sin palabras,
paralizada de dolor en tus señales negras.
Venganza de nada, de nadie,
sólo pesadeces, ingratitudes,
impertinencia de esta vida revuelta
y del tiempo que corre con el reloj.
Ya no puedo con esta soledad de esta cama,
recostada en la almohada
que llora tu ausencia,
llora tu dolor.
Y..., si puedo,
puedo esperar siglos
con la esperanza de los recuerdos
de tus andares secretos y dichosos,
de tu correr a los brazos de mi abrazo.
Jamás indeseado,
siempre deseado hombre mío,
siempre deseándote,
hombre grande.
Y...., apareciste,
después de millones de segundos de silencio,
a llenar mis carencias
a compartir señales nuestras,
a recibir mi sonrisa
en el mundo poesía.
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