A escondidas,
en lo más recóndito de tu corazón,
todavía me lees.
Hablan tus signos sabios,
los mismos que te hicieron aparecer,
los mismos que aún extraño.
Que largo y difícil
camino de soledad
recorro día a día.
Te veo en las calles,
me miras desde la ventana,
tomas un café a mi salud.
Espero, lo que nunca volverá,
espero al príncipe de mis sueños
que se pasea por mi almohada.
Recuerdo de lunas llenas,
embotellados con besos al cobijo
de faroles callejeros.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario