En estos meses de tus meses,
de mis meses, de nuestros meses,
busqué otras manos que me acariciaran
como acariciaban tus manos mi rostro,
al momento de morir en tus brazos.
No hay, no aparecen,
no existen manos que no son tus manos,
son otras manos,
no las quiero.
Sin caricias sigo mi camino,
sin sentido, sin rumbo, sin sueños.
Y si aparecieran nuevas manos,
para nuevas caricias,
serán manos parecidas a las tuyas
o seguiré sólo en el recuerdo de tus manos,
grandes, abrazadoras, protectoras.
lunes, 5 de diciembre de 2011
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