aprendí a no recordarte,
me enseñó a no quererte,
a saber que no estás.
Mi cuerpo
no desea tus manos,
tus caricias ahora son pasado
y tus besos no saben a nada.
Hoy, en la tranquilidad de mis años,
en la calma de mi cama,
en la suavidad de mis sábanas,
te regalo mi olvido.
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