bebiste mi agua,
saboreaste mi aroma,
divisaste mis ojos.
Conservo este vaso
como una reliquia
que besó tus labios,
envasó tu sonrisa,
capturó tu recuerdo.
Olvidado creí que estabas,
el vaso de agua dijo no,
revivió instantes
en que bebías mis carencias.
Me obligo a dejarte,
lavaré aquel vaso
con agua corriendo
y, en esa corriente,
se irá tu hermosa imagen,
tu prestancia que me hace vibrar,
tu estampa fina de mi caballero andante.
Navegará por cañerías,
por aquello ríos tuyos,
llegará al mar
y será devorada por la inmensidad,
dejándome sola como debe ser,
sin ataduras de amor.
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