Navegamos por ríos de colores,
encendidos por el fuego de la pasión,
que nos envolvía aquella tarde
de dulce reencuentro.
Todo se detuvo,
sólo tú y yo,
mientras nos enredábamos
en marañas de caricias, besos y amor.
El reloj cómplice,
avanzaba lento,
para no separarnos,
para saborear cada segundo de nuestra unión.
Así,
dejamos atrás tormentosos días de ausencia,
para reencontranos próximamente
cuando nos reencontremos.
8-11-10
lunes, 8 de noviembre de 2010
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